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«Nos urge proteger y controlar lo poco que queda del bosque a fin de que no termine nuestra vida como indígenas»

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Doña Antolina González (54) es lideresa de la Asociación Teko Yma Jee’a Pavë, del pueblo Mbya Guaraní, de Caazapá, y miembro de la comisión directiva de la FAPI. Es la sabiduría y el coraje en persona. En varias ocasiones fue víctima de golpes y hasta amenazas de muerte por parte de ganaderos, extranjeros y muchas veces hasta de las propias autoridades, por el simple hecho de mantenerse firme en la defensa del territorio ancestral que pertenece a su pueblo.

Para ella, el bosque es mucho más que plantas, árboles. Es lo que les da vida como pueblos indígenas. Y agrega que el monte, junto al territorio y el agua, conforman un solo componente que es la vida misma.

«El territorio, el bosque y el agua son elementos esenciales. Si existe territorio, existen árboles y otras plantas, y si hay vegetales/follajes, hay agua. Es decir, estos tres componentes son como uno solo, y significa vida. Es por ello que somos cuidadosos de nuestro territorio, de nuestros bosques y del agua».

Explicó que no se cansan de cuidar y fortalecer el bosque, del cual depende la cultura de su pueblo.

«Esperamos que las autoridades escuchen nuestras denuncias, nuestros reclamos y nuestros llantos. Nos urge proteger y controlar lo poco que queda del monte en nuestro territorio tradicional a fin de que no termine nuestra vida como indígenas. Siempre reclamamos la seguridad de nuestro territorio y recursos para dejar como legado a nuestras familias».

Doña Antola vive en el bosque desde que nació y con sus 54 años, recuerda desde que tiene memoria, que sus padres y abuelos vivían por y para el Bosque, y estuvieron siempre comprometidos en luchar y exigir el aseguramiento de sus tierras.

«No ocultamos nuestra cultura, nuestra lengua, nuestra espiritualidad como indígenas. Nuestro reclamo se basa en que nuestros descendientes puedan vivir plenamente sanos y felices en nuestro lugar, que es nuestro bosque y territorio», afirmó.

Este tema, de la defensa de los bosques, siempre es prioridad durante las reuniones de la asociación. Allí analizan, buscan estrategias y mecanismos efectivos para concretar un sueño que es la conservación y recuperación del bosque. Además de buscar alianzas y exigir a las autoridades que posibiliten la conservación y mejoramiento del monte.

El bosque que se acaba 

En tiempo de su niñez, cuando doña Antolina tenía unos 12 años, el bosque era muy extenso. Sin embargo, actualmente es muy diferente porque se está acabando.

“Con el tiempo todo cambió. En esa época, cuando era niña nos escondíamos de los no indígenas, íbamos por el monte adentrándonos y si se acercaban, seguíamos huyendo. Pero ahora no podemos adentrarnos al monte y huir de esa manera. Nos damos cuenta que la realidad es que hemos perdido mucho bosque, y de esa manera nuestra comida tradicional, nuestra medicina, nuestra cultura…”

Explicó que actualmente solicitaron a las instituciones estatales una mayor asistencia, ya que buscan que sus hijos puedan entrar a las escuelas, para que puedan estudiar, por ejemplo para llegar a Promotor/as de Salud porque en algunos lugares ya terminaron los remedios naturales.

Agregó que esa es la causa por la que también necesitan hospitales por las enfermedades, pero tampoco van mucho o con frecuencia a ese espacio de asistencia. “Seguimos utilizando nuestra medicina tradicional y visitamos con frecuencia a nuestro líder religioso, que es el que nos indica a donde ir y qué tipo de males tenemos, y nos acompaña en sus oraciones/cantos”.

Añadió que hay situaciones o enfermedades que el líder religioso puede curar, pero los males que han traído los no indígenas, solamente pueden ser curados en los hospitales. “Por eso vamos a los hospitales y necesitamos también medicamentos y ser asistidos por los médicos sin discriminación”.

Tala de árboles 

A pesar de esta estrecha relación que existe entre los Pueblos Indígenas y los bosques, solo algunas comunidades siguen manteniéndolos. “Nosotros que vivimos en Caazapá seguimos manteniendo nuestros bosques. Antes los Mbya Guaraní teníamos en nuestro territorio un bosque extraordinario que contenía todo lo que necesitamos para vivir. Luego, vinieron los no indígenas e iniciaron la tala de arboles y empezaron a derribar todo lo que encontraron”, relató.

Ante esa situación, se tuvieron que adentrar más al monte y ante el arrinconamiento que vivían a causa de la deforestación siguieron entrando más, hasta que casi han exterminado todos esos elementos que le daban vida.

“Y ahora estamos en pequeñas islas de bosques que son nuestras comunidades. Y no podemos huir de esta realidad, ya no quedan más bosques de lo que tenemos. Ante esta realidad hemos solicitado al Estado Paraguayo la titulación de las mismas, para quedarnos aunque sea con este remanente de bosque, y ante esta situación cuidamos con mucho celo nuestras comunidades”, afirmó.

Esencia

La sra. Antolina explicó que su pueblo, los Mbya Guaraní son muy orgullosos de su cultura y no quieren perder eso porque representa su identidad, eso les fortalece y les impulsa a seguir luchado.

Es por ello que crearon la Asociación denominada Teko Yma Jeea Pavë (la genuina cultura tradicional), la cual es una de las organizaciones aglutinadas a la Federación por la Autodeterminación de los Pueblos Indígenas (FAPI). “Esta organización es nuestro instrumento de defensa y trabajamos mucho para fortalecerla. También para seguir defendiendo nuestros derechos, con posterioridad hemos fundado la FAPI, allí formamos parte con otras asociaciones que nos unimos para defender nuestros derechos, cultura y en especial nuestro territorio, bosque y agua”.

 

 

 

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