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Los miembros del Comité Paraguayo de la Unión Internacional para la Naturaleza (UICN), entre los que se encuentran la FAPI, emitieron en la fecha un posicionamiento sobre la necesidad de defender los bosques de Región Oriental de Paraguay, que son sistemas boscosos húmedos que forman parte de un complejo de ecorregiones que se extiende desde el nordeste de Brasil, hasta Uruguay y Argentina al sur, y Paraguay al este, que también es el hogar de habitantes milenarios cuyas tradiciones y sustentos de vidas, dependen principalmente de los recursos que les han provisto estos bosques en su larga existencia. «Los Pueblos Indígenas siguen sufriendo presión sobre sus territorios, sobreviviendo de alguna manera, sin ser considerados para políticas públicas que puedan redundar en un desarrollo sustentable, en la conservación y el desarrollo de su cosmovisión», indica parte del comunicado.
A continuación, el comunicado completo:
Los bosques de la Región Oriental son sistemas boscosos húmedos que forman parte de un complejo de ecorregiones que se extiende desde el nordeste de Brasil, hasta Uruguay y Argentina al sur, y Paraguay al este. Históricamente, cubría cerca de 9 millones de hectáreas en esta región de nuestro país, pero hoy día quedan menos de 1,8 millón según el INFONA (2018). La mayor parte de estos remanentes quedan en áreas protegidas y son las últimas áreas mayores de bosques. Fuera de ellas, se encuentran atomizadas en pequeños bloques aislados y sin conectividad.
Aun, ante esta alarmante fragmentación, estudios recientes han demostrado la gran capacidad de conservación de la biodiversidad que tienen estos remanentes boscosos. Con la conservación de la biodiversidad, el ecosistema puede brindar más y mejores servicios ambientales que son imprescindibles para nuestro bienestar como: formación y mantenimiento de suelos, polinización, proteínas, fibras, maderas, plantas medicinales, captación de agua, purificación del aire, entre otros. Además, es el hogar de habitantes milenarios cuyas tradiciones y sustentos de vidas, dependen principalmente de los recursos que les han provisto estos bosques en su larga existencia. Los pueblos indígenas siguen sufriendo presión sobre sus territorios, sobreviviendo de alguna manera, sin ser considerados para políticas públicas que puedan redundar en un desarrollo sustentable, en la conservación y el desarrollo de su cosmovisión.
Las áreas agropecuarias más productivas de nuestro país se desarrollan en esta región y se benefician de estos servicios ecosistémicos. Como ejemplo, una caída de la polinización natural puede implicar la pérdida del 30% de la producción de varios rubros agrícolas (Fundación Vida Silvestre Argentina & WWF 2017). La pérdida de estos bosques aporta además a los efectos del cambio climático, y es una de las razones del aumento de enfermedades zoonóticas. Estos, incluso, se tornan nuestros principales problemas sanitarios y económicos, como el dengue. Otras enfermedades tienen grandes potenciales de impacto en nuestra sociedad sí no se toman medidas que disminuya la desaparición de los bosques, como el mal de Chagas, hantavirus, leishmaniasis y fiebre amarilla. La pandemia actual que produce el Coronavirus es un claro ejemplo de la frágil relación que tenemos entre el ecosistema humano y la naturaleza.
La diversidad biológica que alberga estos bosques es, sin dudas, la mayor del país. Gran parte de la Región Oriental está cubierta por la ecorregión del Bosque Atlántico del Alto Paraná o BAAPA. De un poco más de 700 especies de aves que tenemos en Paraguay, el BAAPA aporta hábitat para más del 80%. Incluso,
221 especies dependen de los bosques y 80 especies son endémicas de esta ecorregión, es decir, sólo pueden vivir en sus bosques (BDGP, 2020). Muchas de estas aves se encuentran en peligro de extinción a nivel nacional, o incluso a nivel mundial. El BAAPA también aporta hábitats para 119 especies de mamíferos, 78 reptiles y 58 anfibios. En el grupo de peces, muchos ríos de la cuenca del río Paraná contienen numerosas especies únicas y endémicas.
Por cada hectárea de bosque original que se deforesta, los estudios han estimado que el valor del daño imputable alcanza la asombrosa cifra de 14.472,50 US$. Esta cifra incluye el valor de su restauración a un plazo de 20 años, considerando el costo de restauración y la pérdida de los servicios ambientales, estimando solo el 50% de funcionalidad del ecosistema (Segura Bonilla y Aguilar González 2015). Restaurar estos bosques y su funcionalidad es una tarea ardua, costosa y de largo plazo, y que incluso depende de que sigan existiendo remanentes, con su gran variedad de flora y fauna, para que sean las fuentes para la restauración.
Con tanto valor – natural, económico, para la subsistencia de culturas milenarias, y la dependencia que tenemos sobre los servicios que nos proveen sus recursos naturales – ¿podemos permitirnos seguir perdiendo los bosques de esta región? Debemos recordar que la pérdida de estos recursos naturales implica una deuda hacia las generaciones futuras, quienes se verán obligados a buscar mecanismos e incluso pagar para restaurar los servicios que ya no podrán obtener ante la ausencia de estos bosques.
Por estos motivos, el Comité Paraguayo de la Unión Internacional para la Naturaleza (UICN), la red de organizaciones conservacionistas más grande del mundo, se pronuncia a favor de la prórroga indefinida y la efectiva implementación de la Ley 2524/04 que prohíbe la conversión de superficies con cobertura boscosa en la Región Oriental del Paraguay.
Referencias:
BDGP (2020) Base de Datos de Biodiversidad de Guyra Paraguay. Actualizado al 2020.
Fundación Vida Silvestre Argentina & WWF (2017). State of the Atlantic Forest: Three Countries, 148 Million People, One of the
Richest Forests on Earth. Puerto Iguazú, Argentina.
Segura Bonilla y Aguilar Gonzalez (2015). Valoración del daño ambiental ocasionado por la deforestación en el área de influencia
del proyecto (Bosque Atlántico del Alto Paraná). Informe Final. Consultoría para el Proyecto Paraguay Biodiversidad. SEAM – Itaipú Binacional. Asunción. 70 Pp.