Don Hipólito Acevei, presidente de la Federación por la Autodeterminación de los Pueblos Indígenas (FAPI) junto a Gam A. Shimray, secretaria general de Asian Indigenous Peoples Pact (AIPP), de Tailandia, elaboraron un artículo titulado «La deforestación atenta contra los derechos humanos de los pueblos de los bosques», y publicado en su versión en inglés este lunes 1 de noviembre por el medio europeo Social Europe.
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A continuación, el artículo completo, en español, traducido por la organización Forest Peoples Programme (FPP)
La Comisión Europea debe reconocer que la deforestación no es sólo una cuestión medioambiental sino también de derechos humanos, especialmente para los pueblos indígenas.
La destrucción de los bosques del mundo para la agricultura industrial – bien sea el desmonte de tierras en América del Sur para alimentar los mercados internacionales de la soja, la carne de res y el cuero, la destrucción de los bosques de Indonesia para el cultivo de la palma aceitera o el arrasamiento de los bosques de África Occidental para la siembra de cacao – está, con razón, captando la atención en todo el mundo. Europa es el segundo mayor importador de productos agrícolas vinculados a la deforestación, y la Comisión Europea está preparando un reglamento que impedirá la entrada de dichos productos al mercado europeo. Sin embargo, la solución planteada por la Comisión aborda únicamente la mitad del problema.
El reglamento propuesto no reconoce que los bosques no son solamente un ecosistema: también son el hogar de millones de personas dependientes de ellos. Para los pueblos indígenas, la destrucción de los bosques está explícitamente vinculada a las violaciones de los derechos humanos. Estas incluyen el despojo de nuestras tierras y recursos consuetudinarios, las amenazas y la violencia, así como la pérdida de acceso a los alimentos, al agua potable y a nuestra medicina tradicional, la destrucción de nuestra cultura y espiritualidad, el menoscabo de nuestro derecho a la libre determinación – y el empobrecimiento cultural/espiritual y material que estas violaciones conllevan.
Sin embargo, no sólo somos los más afectados por la deforestación, sino que también somos los mejores actores para detenerla. Los encargados de la formulación de políticas y los científicos de todo el mundo reconocen que nuestros conocimientos, nuestra cultura, espiritualidad e historia del cuidado de nuestras tierras y bosques son una de las formas más eficaces de mantener los bosques en pie y la biodiversidad en buen estado. Nuestra información local e independiente es también esencial para entender lo que realmente está ocurriendo en las zonas remotas de la frontera forestal. Como resultado, la mejor manera de proteger los bosques, así como una de las más rentables, es respetar y proteger nuestros derechos consuetudinarios de tenencia basados en los conocimientos indígenas.
No es suficiente
Sin embargo, a pesar de esta evidencia, la propuesta reguladora sobre la deforestación de la Comisión no exigiría que el acceso de los productos al mercado único esté condicionado al respeto de nuestros derechos humanos reconocidos internacionalmente. Dichos productos tendrían que cumplir con la legislación del país de origen, pero eso no es suficiente: en la mayoría de los países con bosques, nuestros derechos humanos no están realmente protegidos por las leyes nacionales y se respetan aún menos en la práctica.
No incluir los derechos humanos en el proyecto de reglamento crea riesgos innecesarios tanto para nosotros como para nuestros bosques. Además, incentivaría a las empresas a apropiarse de las zonas cultivadas actualmente por las comunidades para evitar que se lleve a cabo una nueva deforestación, provocando daños a las personas y una fuga indirecta de la deforestación a nuevas zonas. No abordaría la asignación y la tenencia de la tierra, problemas subyacentes que impulsan la deforestación en todo el cinturón forestal tropical, aumentando la posibilidad de que las cadenas de suministro se desplacen simplemente entre los países para adaptarse a los requisitos de la UE, sin ningún cambio sobre el terreno. Y sería incompatible con los compromisos de la UE de respetar y promover los derechos humanos, incluidos los derechos de los pueblos indígenas.
Sin embargo, no es demasiado tarde para que la Comisión cambie de rumbo. La semana pasada, el presidente de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo y su ponente sobre la deforestación escribieron a los principales comisarios, instándoles a «hacer esta ley para la naturaleza y para las personas… al hacer que el consentimiento libre, previo e informado para usar y convertir la tierra sea una condición previa para que los productos básicos que conllevan un riesgo para los bosques y los ecosistemas entren en el mercado de la UE».
Enfoque integrado
Lo que se necesita ahora, y con urgencia, es un enfoque verdaderamente integrado de derechos humanos y ambiental que proteja, respete y garantice nuestros derechos colectivos a la tierra y al territorio como pueblos indígenas, lo que podría marcar una nueva era en todo el mundo. La UE también debe garantizar que sus acciones en otras áreas, como el comercio, sean coherentes con este enfoque: por ejemplo, no debe ratificar el acuerdo de Mercosur a menos que, y hasta que, se incluyan las protecciones adecuadas para los derechos humanos y el medio ambiente.
A principios de este mes, más de 160 organizaciones de la sociedad civil y académicos de todo el mundo enviaron una carta abierta a los líderes mundiales pidiéndoles que integraran los derechos humanos en la política medioambiental y climática. La UE debe atender este llamamiento, y reconocer y proteger lo que los pueblos indígenas saben desde hace tiempo: las personas y el medioambiente no están separados, sino que forman parte de la misma Madre Tierra. Y no hay una mejor manera de proteger el bosque que proteger los derechos de sus propietarios y guardianes tradicionales.
Autores
Gam A. Shimray, Secretaría General, Asian Indigenous Peoples Pact (AIPP), Tailandia
Hipólito Acevei, Presidente, Federación para la Autodeterminacíon de los Pueblos Indígenas (FAPI), Paraguay
Publicado por primera vez en inglés en Social Europe