El VII Encuentro Continental de Mujeres Indígenas se llevó a cabo en Guatemala del 16 al 19 de noviembre, con la participación de más de 300 lideresas indígenas de todo el Continente. Del encuentro, participaron lideresas de la FAPI: Antolina González, del pueblo Mbya Guaraní; Celina Arce, del pueblo Pai Tavytera; y Liz Ramírez, del pueblo Toba Qom. La actividad tuvo como fin abrir una plataforma de socialización, reflexión y análisis sobre temas relacionados a las condiciones de vida de las mujeres indígenas, adultas y jóvenes, en su empoderamiento, articulación organizativa y participación plena en los diferentes procesos relacionados con sus derechos económicos, sociales, políticos y culturales.
Llamado de las mujeres a la defensa de sus territorios
Durante estos días de reunión uno de los temas centrales fue la importancia de la defensa del territorio. Es así que se volvió a reiterar que los derechos territoriales de los pueblos indígenas reconocen la estrecha vinculación entre la expresión de sus culturas y el cuidado de la tierra. Es decir, que para los pueblos y las mujeres indígenas el derecho al territorio garantiza la reproducción de sus modos de vida para su propio desarrollo.
La página web de la organización Enlace Continental de Mujeres Indígenas de América (ECMIA), una de las organizadoras del encuentro, reproduce uno de los testimonios de las participantes: “Mi nombre en Mapudungun es Puma del Sur”, comenta Verónica Huilipán, presidenta de la Confederación Mapuche del Neuquén (Argentina). “El nombre mapuche está ligado a la persona y al territorio. En mi territorio vive, se alimenta y caza este animal. Sin nuestras tierras, mi Ser se debilita”.
Los derechos territoriales tienen un sentido completamente diferente a lo que se entiende por propiedad privada. “A los Mapuches al nacer se nos canta, se nos recuerda de dónde venimos, de dónde proceden nuestras dos abuelas y dos abuelos y su historia territorial, que es también nuestra responsabilidad territorial”, concluye Huilipán.
Los derechos territoriales de los pueblos indígenas se están viendo gravemente afectados en los últimos años por la explotación de recursos por parte de las empresas, que dañan los territorios e impiden el vivir bien de los pueblos.
Un grupo de mujeres indígenas de varios países de las Américas participó en el grupo de trabajo “Mujeres Indígenas y derechos territoriales: explotación de recursos y desarrollo sostenibles”, en el marco del VII Encuentro Continental de Mujeres Indígenas que tiene lugar esta semana en Ciudad de Guatemala.
Búsqueda del desarrollo sostenible
En este encuentro las participantes buscaron identificar sus problemáticas y unificar su voz para la incidencia en la defensa de sus derechos.
Las políticas de extractivismo alentadas en los últimos diez años por los Estados, con el argumento principal de promover el desarrollo nacional a través de la explotación de petróleo y otros minerales, han generado conflictos sociales que afectan principalmente a los territorios indígenas.
“Existe gran cantidad de legislación internacional y nacional”, afirma Huilipán, en referencia al derecho a la consulta previa, libre e informada reconocida en el Convenio 169 de la OIT y garantizada a nivel nacional, “pero se da un fuerte vacío en las políticas que se aplican desde los gobiernos”.
Los proyectos de infraestructura y de extracción de bienes naturales en territorios indígenas llevan a desalojos forzados, migración urbana, destrucción irreparable de ecosistemas y de los medios de vida indígenas, a enfermedades, y en los casos más extremos, al asesinato de líderes y lideresas indígenas.
“Toda Sudamérica ha sido castigada por el extractivismo y esas actividades se dan dentro de nuestros territorios”, sostiene Huilipán. “Pero no nos han consultado. En mi territorio en Neuquén tenemos petroleras, madereras y monocultivo de pino, y en ningún caso se garantizó el derecho previo, libre e informado. Por eso hay un nivel de defensa territorial tan fuerte a lo largo de la región”.
Los pueblos y las mujeres indígenas están comprometidos con un modelo de desarrollo sostenible o Buen Vivir, que no sólo garantiza la reproducción de su cultura, sino la gestión respetuosa de sus territorios, la defensa de la vida y de la tierra. El actual modelo de desarrollo extractivista produce tala de bosques, vertidos tóxicos o polución del aire, una combinación explosiva que contribuye a un cambio climático irreversible que ya se ha hecho presente a través de desastres naturales como sequías, inundaciones y elevación del nivel del mar.
“Los pueblos indígenas tenemos que hacer un cuádruple esfuerzo”, concluye Huilipán. “Primero, tenemos que conocer y analizar la situación en nuestra comunidad. En segundo lugar, nosotros mismos hemos de elaborar las propuestas de resolución a los conflictos que generan los gobiernos. Por otra parte, tenemos que constituirnos en guardianes de la aplicación del marco jurídico que hemos logrado construir y al que los Estados se han comprometido pero no cumplen. Y, por último, hemos de mirar a la Humanidad y ante el gran desastre humanitario, social y medioambiental del capitalismo, debemos pensar cuál sería el modelo de vida necesario para superar tanta irracionalidad”.