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El arroz que mata a un río

El arroz que mata a un río

Las aguas del Río Tebicuary, en zona de Yuty, Caazapá, eran fuente de comida y sustento para pescadores. Al menos hasta hace una década. Tras la instalación de las arroceras a lo largo de la ribera, la población de peces fue disminuyendo año tras año, al punto de que en 2020, con suerte y mucho ingenio, conseguían apenas la quinta parte de lo que conseguían en aquella época.

El dorado y el surubí, las piezas de oro para todo pescador de agua dulce, ya no se encuentran en este río, porque la fauna ictícola de la Cuenca del Tebicuary está siendo destruida. Una de las principales causas es la extracción de agua para arrozales. Ahora las especies que se suelen sacar son mbatás o bogas, especies pequeñas, y éstas también ya empiezan a escasear.

Los pescadores de la zona de influencia no pierden la esperanza de que tras la veda pesquera del 2020 puedan aumentar su promedio de piezas. Pero el nivel del agua es tan bajo que son conscientes que el pique no se comparará a años anteriores, cuenta Matilde Ferreira, presidente de la Asociación de Pescadores de Yuty, que aglutina a  63 pescadores formales.

Sus ingresos fueron decayendo inversamente al crecimiento de las arroceras. Hace 10 años sacaban entre G. 1.500.000 a G. 2.000.000 a la semana; hace como cinco años, la suma ya caía a G. 400.000 y este año, apenas llegaron a los G. 100.000 semanal, monto que no les alcanza para el sustento diario.

“La extracción de los arroceros elimina la cría de peces. Cada vez hay más arrozales y menos peces en el río Tebicuary. Con suerte sacamos 20 a 30 kilos por semana. Esperamos que en octubre del próximo año aumente el nivel del agua y los peces suban desde el río Paraguay”, indica Ferreira al momento de acotar que una década  atrás llegaban a sacar hasta 150 kilos.

Si bien la sequía incide en la cantidad de peces, como también la violación de la veda pesquera o la aparición de más pescadores de otros ríos que acuden al Tebicuary y a Yuty, éstos no son los únicos y más preocupantes factores. El constante bombeo de agua para el riego de arroceras en la zona contribuye a un bajo nivel del río y también daña la fauna silvestre del Tebicuary y toda su cuenca, sostiene el Ing. Rober Monte Domec, docente investigador de hidrología en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y en la Universidad Católica (UCA).

El profesional en medio ambiente y planificación y gestión de recursos hídricos recalca que es insostenible extraer agua sin criterio ambiental. Para la producción de arroz previamente se tiene que caracterizar la cuenca y medir los caudales de donde se pretende obtener el agua, la extracción debe ser en función al comportamiento del río. “Si está en periodo de bajante hay que reducir el bombeo, pues el río debe mantener un caudal ecológico, un caudal ambiental, que es una cantidad mínima para mantener la vida, para que se mantengan los peces en el agua”, detalla.

Tras años de uso indiscriminado del río, la vida silvestre fue afectada, golpeando también a los pescadores que dependen del Tebicuary y de toda la cuenca. “No vamos a poder recuperar el daño ambiental ni en 10 años”, enfatiza Gustavo Barboza, poblador de Yuty e impulsor del primer Consejo de Agua, específicamente de la Cuenca Alta del Tebicuary.

Como resultado de una década de lucha social de pescadores, pobladores y ecologistas de Caazapá con denuncias, solicitud de intervenciones a instituciones públicas, organización de mesas de diálogo y hasta manifestaciones, en 2014 consiguieron que la entonces Secretaría del Ambiente (SEAM) – hoy Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADES) – establezca reglamentaciones y regulaciones para las arroceras. En papeles, se limitó la cantidad de agua de bombero, dependiendo de la llanura del río, factores estacionales, del periodo de aguas medias, bajas y altas, y también se exige que las arroceras cuenten con tajamares y otros reservorios de agua, explica Monte Domec.

El MADES estima que las arroceras necesitan 10.000 metros cúbicos de agua por hectárea al año, distribuidos en seis meses en diferentes proporciones. Asimismo, de acuerdo a datos oficiales, hay unas 86.000 hectáreas de cultivos de arroz en el área de influencia de esta Cuenca, integrada por las cuencas alta, media y baja del río Tebicuary y de las subcuencas del río Tebicuarymí, río Pirapó, arroyo Mbuyapey y arroyo Yaquary.

La cantidad de agua bombeada de forma escalonada la declaran los propios arroceros. A pesar de estas nuevas regulaciones, la extracción irregular continúa y el control de las instituciones encargadas de velar por el agua es pobre y no detiene la práctica. El Consejo de Agua llegó a contabilizar en 2018 unos 32 arrozales en las márgenes de ambos ríos y la cantidad actualmente es mucho mayor, según indicó Barboza.

“Los arroceros tienen que tener reservorios de agua suficientes para utilizar en época de sequía. Con la SEAM se estableció una regla en el nivel del río y por debajo de ella se pone en alerta. Hay un volumen único de agua que no se puede pasar”, detalla.

La regla en cuestión se puede observar en esta época del año totalmente descubierta, debajo del puente que conecta la comunidad de Yuty con el municipio de Fulgencio Yegros, por debajo del nivel “0”. En Yuty, el cese del bombeo se ordena cuando el caudal del río baja a 15 metros cúbicos por segundo, lo que representan alrededor de 55 centímetros del nivel, de acuerdo al “Informe Cuenca del Río Tebicuary” del MADES.

La regla no se respeta y el problema es que resulta difícil comprobar el incumplimiento de las medidas de mitigación. Se necesitan de embarcaciones para moverse por los cauces hídricos y constatar el bombeo. Los pescadores, quienes se adentran por los ríos, son los que mayormente detectan la extracción irregular de agua.

“Nosotros denunciamos, pero no podemos hacer más nada. Acá con los empresarios es demasiado difícil. Las autoridades no hacen nada. Nosotros los pescadores tampoco podemos ir de pesca demasiado dentro del río. Yo tengo una embarcación con un motorcito pequeño y apenas puedo avanzar con el nivel tan bajo del agua”, cuenta también Matilde Ferreira.

Cada vez que pescadores y pobladores constatan que las arroceras están bombeando con el caudal de agua debajo de la regla, se denuncia el daño ambiental a la Fiscalía del Medio Ambiente y al MADES. Al momento que llega una comitiva, las bombas ya están paradas y en la mayoría de los casos las verificaciones no conducen a nada y el Ministerio Público tampoco llega a procesar a los responsables.

Si bien el MADES cuenta con estaciones, sensores y radares para detectar bombeos irregulares, solamente se entera oficialmente cuando hay una denuncia formal. Un claro ejemplo ocurrió a principios de noviembre de 2020, cuando el fiscal del Medio Ambiente de Villarrica, Erico Ávalos, dispuso el cese del bombero de una arrocera en la localidad de Iturbe, a orillas del Tebicuarymí, parte de la Cuenca del Tebicuary. La denuncia la presentó el intendente Darío Cabral y pudo ser fundamentada ya que funcionarios municipales se adentraron al río y tomaron fotografías y grabaron videos.

Asimismo, Barboza recuerda otras denuncias fructíferas. Por ejemplo, en 2013 los productores Martín Lukac de Itapúa y Pablo Arrúa del distrito de Yuty, abrieron un canal y desviaron agua del Tebicuary a sus cultivos de arroz. El canal fue evidencia suficiente, aunque recién se intervino y se cerró cuando el caso tomó estado público a través de los medios de prensa.

Otro detalle de la reglamentación es que el MADES se comprometió a rechazar permisos para nuevos cultivos de arroz en zona de influencia de la cuenca del Tebicuary, ya que el uso racional está calculado con la cantidad actual de hectáreas cultivadas. “Nadie podía instalarse más a orillas del Tebicuary y del Pirapó. Pero se siguieron expidiendo licencias. El MADES conoce perfectamente la situación y no hace nada para evitar el colapso del río”, añade.

“Actualmente hay arroceros que están escarbando el lecho para tomar una remansada, un lugar profundo donde el agua hace remolinos, para bombear. Están cavando en lugares donde estiran el agua porque ya ni a ellos les alcanza su bomba debido al nivel crítico del Tebicuary”, explica también Gustavo Barboza.

Además, los arrozales se están expandiendo río abajo, hacia sus brazos y hacia sus afluentes, como en Villa Florida, departamento de Misiones, al igual que hacia el Tebicuarymí, en el departamento de Guairá, incluso hacia el río Paraguay, denunció.

Y en medio de la sequía que hubo en 2020, el caudal del río Tebicuary seguía descendiendo. En septiembre el promedio del nivel del río Tebicuary en Yutý fue de 9,85 centímetros sobre el nivel de referencia, de acuerdo a datos de la Dirección de Hidrología. En octubre bajó a 4,6 cm y en la primera quincena de noviembre, el promedio cayó a -3,75 centímetros. A mediados de diciembre el nivel subió a 0,04 centímetros y tras las lluvias de enero el nivel pudo repuntar a los 3 metros, según el reporte actualizado al 10 de febrero.

Los pescadores y activistas de los consejos de agua y hasta autoridades municipales y departamentales exigen al MADES las verificaciones, la protección del río, multas para los infractores, como también piden a la Fiscalía y a la Justicia sanciones penales para los responsables.

La Ley N° 3239/07 establece que la gestión de los recursos hídricos debe darse en el marco del desarrollo sustentable y prohíbe su uso agrícola sin la concesión del Ministerio del Ambiente. En tanto que a Ley N° 5146/14 y su reglamentación – el decreto N° 2598/14 – faculta al MADES a aplicar multas y otras sanciones por utilizar aguas del dominio público en cantidades mayores a las autorizadas, provocar daño a los cauces hídricos o al ecosistema, y causar o contribuir a la alteración del suministro de agua a la población.

La Dirección de Asesoría Jurídica del MADES informó que siete arroceras fueron amonestadas y sancionadas en el 2020 y enero de 2021. Tras un sumario se corroboró que violaron las regulaciones en explotaciones, proyectos, sistema de riego y cultivo de arroz; como también un caso denunciado fue sobreseído por falta de pruebas. Rainer María Bendlin Beyersdorff y la empresa Cimexpar SA en Caapucú (Paraguarí); Oscar Daniel Rolin (Establecimiento San Florencio SA) en  San Juan Bautista (Misiones) y Fulvio César Franco en Santa Rosa del Aguaray (San Pedro) fueron amonestados. En tanto que fueron multados Luis Komarek en el distrito de Yabebyry (Misiones) con 1.500 jornales mínimos  (G. 126.510.000), la Agroganadera Santiago SA con 800 jornales (G. 67.472.000) y María Martis Martino de Corrales (Agroforestal Caapucumí SA) en la localidad de San Ignacio (Misiones) con 500 jornales (G. 42.170.000).

Los que dependen de la pesca para subsistir esperan que los peces del río Paraguay suban por el Tebicuary en el 2021, pero no lo harán si el nivel vuelve a bajar en los próximos meses y si las arroceras no se adecuan a las medidas ecológicas que buscan un equilibrio entre la producción de alimentos y la preservación del medio ambiente, enfatiza finalmente el pescador Matilde Ferreira.

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